sábado, 27 de febrero de 2010

No creo que nadie tenga la suerte de decir verdaderamente que me conozca, que sepa quién soy. Estoy plenamente seguro de eso, ya que ni yo me conozco mínimamente. No sé que depara de mí en los próximos cinco minutos ni en veinte años. No estoy acostumbrado a no tener al alcance de mi mano el orden, el orden de todo, de mí. Antes pensé que lo tenía, pero no. Ya no sé quién soy, qué hago, qué quiero. Tengo lo que necesito, pero no lo que quiero. Pero, ¿qué es lo que quiero?

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